Hospice, audioliteratura depresiva.
Pocos materiales discográficos que toman el estandarte de “disco concepto” logran ese adjetivo a la perfección, “Hospice”, de los neoyorquinos “The Antlers” es hasta ahora el trabajo más representativo y mejor logrado del compositor y cantante Peter Silberman, además de ser el álbum más triste en toda su discografía por la historia del mismo: Una relación amorosa, entre un trabajador de una clínica de cáncer y una paciente en estado terminal.
“Hospice” comienza como un libro con Prologue, después de unas cuantas notas y unos rechinidos, kettering escribe las primeras palabras de la historia, los primeros pasos hacia la clínica de cáncer, y el momento en que ellos se conocen. Las canciones siguientes cuentan la evolución de la relación, la evolución del cáncer, hasta llegar a Two, canción que describe la abusiva relación entre paciente y trabajador, entre rencor e impotencia. Las últimas palabras de Two dan paso a Shiva, una de las canciones más tristes de todo el disco de comienzo a fin, Shiva es la canción que mejor puede describir el momento en el que una persona muere, dejando a quien más la amaba sentado al lado de esa fría cama, escuchando por última vez el sonido intermitente de los monitores que indicaban la vida de su compañera amorosa.
Con unos cuantos alientos de vida, comienza Wake, canción que parece tener un final solemne y digno de un himno hacia la relación que alguna vez existió entre el cáncer y la posible cura. Y asi, “Hospice” termina con Epilogue, un final de historia más allá de lo humano y la vida misma; fantasmas, pesadillas, demonios y remordimientos de una relación abusiva, que bien pudo nunca haber existido, pero ahora, solo queda más que esperar a que la vida misma retome su curso y que sanen esas heridas tan particulares por perder la batalla contra el cáncer, un final de grandes proporciones literarias.